Me encantan los aviones, me encanta volar y creo que es porque me obligan a repasar que fue de mis días entre viajes. El momento de viajar para mi es una reflexión y una pausa obligada de todo lo que hago en el cotidiano. Tengo la costumbre de escribir siempre que viajo en mis libretas de viaje. Y no hay vez que no pispee (y termine re-leyendo) las últimas páginas y momentos que guarde ahi.
El modo avión tambien me obliga a recorrer mis dispositivos offline, encontrarme con fotos que no volví a ver, textos que alguna vez escribí, canciones que elegí guardar fuera de la conexion.
En el avión que me tomé hace unas semanas releía notas de otro viaje, visitando a mi gran amiga, Ani, de paso post viaje a India. Con la cabeza dada vuelta, el piso corrido, la gravedad patas para arriba. Otra vez, pensando como seria un nuevo Greca, cuando recién recién estábamos terminando de armar PAPA. Ani me recibió en su casa, y lo que debían ser vacaciones y turismo fueron algo de eso pero también fue una excursion a todos los bares de Londres donde sirvieran café, hubiera conexion a internet y música para volar y escribir las bases de DARAVI.
Mi ejercicio de leer y releer es algo que suelo contar, y suelo recomendar a mis amigas y amigos. Pensar y recordar todo lo que vienen construyendo. Creo haberlo mencionado un par de veces entre estas líneas.
Este año aparte de tener mis objetivos escritos para mi, los tuve que compartir con mi nuevo grupo de Vistage. Vistage es una organización que organiza encuentros de cabezas de empresas para que compartan sus puntos de vista, altos y bajos. Nos reunimos una vez por mes y aprendemos del que expone su caso y de un experto en el tema. Los objetivos que nos pidieron debían ser laborales y personales.
Debo decir que en lo movidito de estos meses me encontré sin cumplir los personales. Hay tanto por hacer del lado profesional, que las horas no me alcanzan y no, no hubo torta del tiempo que valga. También estuve revisándolos en el programa de mentoreo en el que participe. Y nuevamente vi que estaba dejando de lado los personales.
Salvo uno: el ejercicio físico.
Hace 5 meses que los martes y jueves me despierto una hora y media antes, estos 2 últimos meses, a oscuras, para encontrarme corriendo, saltando bancos y aguantando la maldita plancha antes de arrancar mi día.
Los primeros días no había músculo que no me doliera y levantarme de la cama al día siguiente de entrenar era puro dolor. Pero a las semanas, ya se me pasaba el dolor en 2 días y a los meses, deje de sentirlo.
El último jueves antes de subirme al avión, a las heladas 7.30 no había NADIE en el parque. Solamente Nico, mi entrenador, y yo. Terminamos la clase y me dijo “Esto que hiciste es voluntad y rutina”
El avión que me tomé esta vez iba directo a Londres, porque esta vez mi amiga se casaba. Gran momento que ansiaba compartir. Mi inmersión en lo que hago fue algo que me trajo muchos crecimiento, pero tambien me agotó, me cansó, me engripó. Ahí dije basta y arranque a entrenar. Y si bien al principio cuesta y duele, después pasa de la voluntad a la rutina y ayuda a que todos los días sean mas fáciles. Después de saltos en el banco, flexiones de brazos, corridas en velocidad las decisiones se toman mucho más fácil.